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​Esta obra no es simplemente la representación del agua, sino una meditación visual sobre el encuentro violento y la tensión constante entre dos mundos: la solidez y la fluidez.

​La masa superior, densa y oscura, simboliza lo inmutable, la tierra, o quizás el peso de la conciencia y la realidad. De ella se desprenden pigmentos orgánicos que se derraman, pero que luchan por no ser tragados por lo que hay debajo.

​La parte inferior, un remolino vibrante de turquesa translúcido, representa el caos vital, la emoción incontrolable o el subconsciente. Su poderoso vórtice central es una metáfora de ser arrastrado, de la atracción ineludible hacia lo desconocido o lo profundo. El detalle de la textura reticular añade un nivel de significado: ¿Es una red que intenta contener el caos, o es la estructura que se disuelve y se rompe ante su poder?

​La pieza captura ese instante de fricción eterna donde la materia se encuentra con la energía desatada. Sugiere una lucha constante entre el orden (el borde rocoso) y el desorden (el torbellino), invitando al espectador a cuestionar dónde reside su propio equilibrio en este perpetuo tira y afloja de la naturaleza y la mente.

​Es una obra que habla de la fuerza de la inmersión, de ceder al flujo para encontrar la verdad que yace en las profundidades.

Acquas

95,00 €Precio
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